Recientemente, los alimentos fermentados como el chucrut y el kimchi han estado dando noticias, a pesar de que son, de hecho, todo menos nuevos: los alimentos fermentados han existido por miles de años. Para los que vivían sin la medicina moderna y la refrigeración, la fermentación ha sido siempre no solo un simple medio de conservación de alimentos, sino también una forma de imbuir la comida con propiedades promotoras del bienestar, una herramienta esencial para mantener la salud intestinal.
Sin embargo, a lo largo del siglo pasado, los alimentos fermentados cayeron de la mayoría de los menús; y sus efectos medicinales fueron barridos por la pasteurización, lo que resultó en un suministro de alimentos ya “muertos”, despojados de las bacterias vivas que el intestino necesita para mantenerse en equilibrio. Afortunadamente, hay una solución deliciosamente fácil para este problema moderno: incorporar más probióticos y fermentados en tu dieta, poniendo esos organismos vivos, buenos para ti, de nuevo donde pertenecen: ¡en tu intestino!
Esta es una introducción de ideas para reflexionar acerca del poder potenciador de la salud de los alimentos fermentados y sobre cómo sacarles todo en tu dieta diaria:
Se estima que aproximadamente entre el 70% – 80% del sistema inmunológico está en el intestino. Aliméntalo mal y tu intestino quedará con pocas defensas, fácilmente inundado por las bacterias nocivas, muy abierto a la inflamación desencadenante de enfermedades y plagado de males gastrointestinales como síntomas del tipo SCI (síndrome del colon irritable: es decir, gas, hinchazón, estreñimiento, diarrea, etc.). En su estado debilitado, también eres susceptible a resfriados y gripe. Sin embargo, si introduces buenas bacterias en la mezcla gástrica a través de los fermentados, posibilitas que tu intestino aplaste a los invasores oportunistas y la inflamación que desencadena enfermedades mucho antes de que puedan ganar ventaja. En pocas palabras: un intestino sano y equilibrado te evita enfermedades.
Para fortalecer tu intestino, comienza a incorporar pequeñas porciones de alimentos fermentados, una o dos veces al día. Mezcla verduras fermentadas como remolacha o chucrut en ensaladas. Disfrútalos solos o acompañamiento o, si te gusta la aventura, considera agregar una cucharada o dos a tu batido de la mañana. Personalmente me gusta añadir unas cuantas rodajas de remolacha fermentadas y un toque de jugo de remolacha a mis smoothies de bayas, sobre todo en aquellos días en que siento que mi tripa necesita un aventón.
Los alimentos que tú fermentes pueden durar meses, así que hay menos residuos, lo cual ayuda a ahorrar a largo plazo. Si no eres del tipo “hazlo-por-ti-mismo”, los fermentados producidos comercialmente o comprados en la tienda también tendrán una larga vida útil sin conservantes, por lo que son buena opción incluso con un mayor precio. Y ya mencionamos que los fermentados también agregan gran sabor, nutrición y buena salud a cada comida – por lo que hay menos necesidad de comprar o comer alimentos de bajo contenido nutricional y disparadores de insulina como la pasta, el pan o las papas.
¡Los alimentos fermentados no descansan en tu interior sin hacer nada, están activos! Después de comerlos, estos ejércitos bacterianos se ponen a trabajar, ayudando a equilibrar las bacterias intestinales y los ácidos del estómago; liberando enzimas para ayudar a facilitar y mejorar la digestión – y facilitar a tu cuerpo el extraer y absorber más nutrientes de los alimentos que comes. ¿Otro efecto secundario agradable de toda esa actividad? Menor estreñimiento y más fácil eliminación, sin laxantes ni medicamentos.
Aunque puedes comprar productos fermentados en la mayoría de las tiendas de alimentos naturales y en algunos supermercados, la fermentación es fácil y barata de hacer en casa. Puedes fermentar la mayoría de los comestibles en el universo de frutas y hortalizas, aunque algunas salen mejor que otras. Así que antes de empezar, echa un vistazo a algunos de los numerosos blogs y libros dedicados a la práctica. El libro de Donna Schwenk ‘Cultivo de Alimentos Para la Vida: Cómo Hacer y Servir Alimentos Probióticos Deliciosos Para Mejorar la Salud y el Bienestar’, es un gran recurso, al igual que ‘Alimentos Fermentados para la salud: Utilice el Poder de los Alimentos Probióticos Para Mejorar su Digestión, Fortalecer su Inmunidad y Prevenir la Enfermedad’, de Dierdre Rawlings, Ph.D., N.D.
Si no estás planeando “cultivar tu comida”, entonces aquí hay algunos consejos sobre qué buscar en la compra de alimentos fermentados. Tu misión: conseguir los cultivos más activos con tu platita. Para ello, atención a:
Entonces, ¿qué comprar o hacer tú mismo/a? Prueba una variedad de verduras orgánicas fermentadas y frutas – las posibilidades son infinitas. Entre los más populares para incluir en tu dieta diaria:
Remolachas, rábanos, tomates, cebollas, ajo, kimchi, judías verdes y chucrut.
Los condimentos que se han fermentado (ya sea en casa o comercialmente), como salsas – de tomate, chutney o salsa picante – , hacen grandes complementos de comida.
Para los consumidores de productos lácteos: los yogures fermentados, el kéfir, el suero de mantequilla cultivado y algunos quesos son buenas opciones. Para los que no comen lácteos pueden probar el yogur fermentado hecho con leches vegetales, como la de coco, como una sabrosa alternativa.
Están también el natto, el miso, el tempeh, el tofu y la salsa de soja son alimentos fermentados populares, pero generalmente aconsejo a mis pacientes que los eviten ya que tienden a ser muy procesados y generalmente se hacen con soja transgénica.
Autor: Food Matters
Traducción y adaptación: Rumbo Verde
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